El FOMO y las redes sociales

Por: Arantxa García

Esta frase, que puede parecer ligera a primera vista, resume con precisión un fenómeno psicológico muy real: el FOMO, o “fear of missing out” (miedo a quedarse fuera).

En la era digital, el FOMO se ha convertido en una emoción casi cotidiana. Las redes sociales como Instagram, X, TikTok o LinkedIn  no solo nos conectan con amigos, familiares y referentes, sino que también nos exponen a una narrativa constante de lo que deberíamos estar haciendo, comprando, logrando o sintiendo. Esta sobreexposición genera una ansiedad silenciosa: la necesidad de estar siempre al tanto, de no perdernos ninguna tendencia, noticia, experiencia o conversación.

El problema es que esta urgencia por estar conectados muchas veces no responde a un deseo propio, sino a una expectativa social que nos empuja a mantenernos activos y visibles en redes. El scroll infinito alimenta una sensación de urgencia, aunque la mayoría de los contenidos no tengan un impacto en la vida real. Sin darse cuenta, cientos de usuarios comienzan a medir su valor en función a la conexión constante: si no reaccionamos, comentamos o compartimos, parecemos ausentes. 

Pero, ¿cuál es el costo? Diversos estudios han vinculado el FOMO con trastornos de ansiedad, insomnio, baja autoestima y una creciente desconexión del presente. Paradójicamente, mientras las personas intentan estar cada vez más conectadas con el mundo digital, muchas veces terminan desconectándose de su propia vida real. En este contexto, las marcas y los profesionales de la comunicación tienen la responsabilidad de no reforzar la ansiedad que genera la idea de que “si no estás, no existes”. El reto está en diseñar narrativas que incluyan al público sin saturar, que comuniquen sin presionar, que inspiren sin comparar. Apostar por una comunicación más empática es también una forma de cuidar la salud mental colectiva.

Frente a esto, la comunicación digital especialmente desde el enfoque de las relaciones públicas debe asumir un rol más consciente. No se trata de renunciar a las redes, sino de promover un uso más saludable, transparente y humano. Crear contenidos que fomenten la pausa, la reflexión y el bienestar emocional también es parte de una estrategia efectiva. El FOMO no es sólo tendencia, es un síntoma de cómo gestionamos nuestras emociones en entornos digitales. Reconocerlo es el primer paso para crear una relación más equilibrada con nuestras pantallas… y con nosotros mismos.